Evita las etiquetas y utiliza el refuerzo positivo.
Muchas veces, los niños acuden a consulta con un montón de etiquetas negativas pegadas a su espalda. Esas etiquetas, pueden venir del colegio, de casa, de sus propios compañeros… entre otros.
Es importante intentar eliminar las etiquetas negativas dentro del entorno familiar, escolar y social del niño. Las etiquetas negativas del tipo “eres un vago”, “no hay quien te aguante”… que deben ser sustituidas por comentarios centrados en la conducta como “recoge los objetos del suelo” en vez de “eres un desastre”. Para ello, debemos intentar utilizar mensajes positivos. A la hora de crear mensajes positivos podemos intentar sustituir el verbo ser por estar. No eres desordenado….la habitación está desordenada. Le demuestras que la conducta es incorrecta, sin atacar su autoestima.
Muchas veces, existe un alta de atención a conductas adecuadas y una excesiva atención a comportamientos inadecuados. Con frecuencia prestamos más atención a las conductas negativas que a las positivas, con ello, conseguimos que el niño sepa que es objeto de atención solo cuando realiza las conductas inadecuadas y por ello, las repite siempre que puede. Para disminuir las conductas inadecuadas, suele tener utilidad el ignorar la conducta negativa encaminada a llamar la atención y estimular conductas incompatibles con la misma a través del refuerzo positivo.
Es importante intentar eliminar las etiquetas negativas dentro del entorno familiar, escolar y social del niño. Las etiquetas negativas del tipo “eres un vago”, “no hay quien te aguante”… que deben ser sustituidas por comentarios centrados en la conducta como “recoge los objetos del suelo” en vez de “eres un desastre”. Para ello, debemos intentar utilizar mensajes positivos. A la hora de crear mensajes positivos podemos intentar sustituir el verbo ser por estar. No eres desordenado….la habitación está desordenada. Le demuestras que la conducta es incorrecta, sin atacar su autoestima.
Muchas veces, existe un alta de atención a conductas adecuadas y una excesiva atención a comportamientos inadecuados. Con frecuencia prestamos más atención a las conductas negativas que a las positivas, con ello, conseguimos que el niño sepa que es objeto de atención solo cuando realiza las conductas inadecuadas y por ello, las repite siempre que puede. Para disminuir las conductas inadecuadas, suele tener utilidad el ignorar la conducta negativa encaminada a llamar la atención y estimular conductas incompatibles con la misma a través del refuerzo positivo.
El refuerzo positivo implica:
1) Prestar atención a las conductas adecuadas que normalmente pasan desapercibidas.
2) Felicitar al niño inmediatamente después de que haya hecho algo bueno.
3) Decirle lo que hace bien, para que pueda repetirlo. Cuando reforzamos la conducta deseable existe más probabilidad de que se mantenga o incremente.
4) Ofrecer oportunidades de éxito. Ofrecer la oportunidad de asumir responsabilidades en el hogar, mediante actividades que le hagan sentir útil e importante. Es importante que, en un inicio, no seamos excesivamente exigentes con los cambios que esperamos conseguir y empecemos a elogiar los pequeños avances.
5) Utilizar la condición positiva. El niño debe hacer que no le gusta como condición para conseguir algo que le gusta. Por ejemplo, “si quieres jugar con el ordenador, tendrás primero que hacer los deberes”. Esta frase debe ser de carácter afirmativo. En vez de: Si no haces los deberes, no jugarás con el ordenador”.
Para promover la aplicación de esta técnica, en un primer momento, podemos utilizar un registro de la buena conducta. Los registro de conducta son una forma efectiva de prestar atención a conductas deseables y /o incompatibles con la conducta problema, siendo altamente motivador para el niño o adolescente que se siente observado por la conducta adecuada y no por la negativa.