miércoles, 27 de enero de 2016

Evita las etiquetas y utiliza el refuerzo positivo.
Muchas veces, los niños acuden a consulta con un montón de etiquetas negativas pegadas a su espalda. Esas etiquetas, pueden venir del colegio, de casa, de sus propios compañeros… entre otros.
Es importante intentar eliminar las etiquetas negativas dentro del entorno familiar, escolar y social del niño. Las etiquetas negativas del tipo “eres un vago”, “no hay quien te aguante”… que deben ser sustituidas por comentarios centrados en la conducta como “recoge los objetos del suelo” en vez de “eres un desastre”. Para ello, debemos intentar utilizar mensajes positivos. A la hora de crear mensajes positivos podemos intentar sustituir el verbo ser por estar. No eres desordenado….la habitación está desordenada. Le demuestras que la conducta es incorrecta, sin atacar su autoestima.
Muchas veces, existe un alta de atención a conductas adecuadas y una excesiva atención a comportamientos inadecuados. Con frecuencia prestamos más atención a las conductas negativas que a las positivas, con ello, conseguimos que el niño sepa que es objeto de atención solo cuando realiza las conductas inadecuadas y por ello, las repite siempre que puede. Para disminuir las conductas inadecuadas, suele tener utilidad el ignorar la conducta negativa encaminada a llamar la atención y estimular conductas incompatibles con la misma a través del refuerzo positivo.

El refuerzo positivo implica:
1) Prestar atención a las conductas adecuadas que normalmente pasan desapercibidas.
2) Felicitar al niño inmediatamente después de que haya hecho algo bueno.
3) Decirle lo que hace bien, para que pueda repetirlo. Cuando reforzamos la conducta deseable existe más probabilidad de que se mantenga o incremente.
4) Ofrecer oportunidades de éxito. Ofrecer la oportunidad de asumir responsabilidades en el hogar, mediante actividades que le hagan sentir útil e importante. Es importante que, en un inicio, no seamos excesivamente exigentes con los cambios que esperamos conseguir y empecemos a elogiar los pequeños avances.
5) Utilizar la condición positiva. El niño debe hacer que no le gusta como condición para conseguir algo que le gusta. Por ejemplo, “si quieres jugar con el ordenador, tendrás primero que hacer los deberes”. Esta frase debe ser de carácter afirmativo. En vez de: Si no haces los deberes, no jugarás con el ordenador”.
Para promover la aplicación de esta técnica, en un primer momento, podemos utilizar un registro de la buena conducta. Los registro de conducta son una forma efectiva de prestar atención a conductas deseables y /o incompatibles con la conducta problema, siendo altamente motivador para el niño o adolescente que se siente observado por la conducta adecuada y no por la negativa.

martes, 26 de enero de 2016

¿Dónde están las buenas ideas?

Trampa de Ratones.




Quizás, esta es una de las preguntas que más comúnmente se realizan la mayoría de personas positivas y ejecutivos de alto nivel que se podría formular personal como tú. Y es que no hay persona o familias que no dependan de las nuevas ideas para crecer, transformarse y evolucionar.
Sin embargo, no siempre es fácil encontrar en su interior esta materia prima que puede llevarlos a mejorar cualquier ámbito, desde la manera en que funcionan sus internos. ¿La razón? La trampa del ratón.
La trampa del ratón
En la mayoría de los casos, el culpable de la falta de ideas tiene nombre y apellido: “La trampa del ratón”. Se trata de una tendencia negativa que se genera en la mayoría de las personas y que manda al desfiladero cualquier buena idea que generen objetivos.
De acuerdo a estudios programados que resultaron exitosos este problema, al cual llamamos “La trampa del ratón”, tiene que ver principalmente con dos cosas que suceden cada vez que se desarrolla una idea al interior de una persona.
La primera de ellas, es la falta de asertividad al exponer las ideas. En múltiples ocasiones, esto conduce a que sean rechazadas desde los mandos medios, evitando la posibilidad de que lleguen a oídos de personas con mayor jerarquía.
“Esto que le llamamos trampa de ratones" porque al no explicarse bien la idea disruptiva, esta queda destinada a morir en una esquina remota, muy lejos del sitio al cual podría haber llegado de haberse tratado diferente”.
En segundo lugar, que está la posible molestia de los mandos medios a los que se les comunica la idea, porque ésta podría afectar su estatus de ánimo. En esta situación, es probable que la idea también sea desechada.
“Normalmente cuando se presentan ideas innovadoras, muchas personas suelen rechazarlas. Esto porque tienden a sentir que afectarán su tranquilidad laboral, lo que hace que las critiquen y cuestionen con el único objetivo de hacerlas desaparecer; prácticamente las destrozan, como hacen precisamente las trampas de ratón”, detalla.
¿Cómo salvar una buena idea?
La respuesta ante el “La trampa de Ratón” son el conocimiento y capacidad de convencimiento.
Así, lo primero que debe hacer un trabajador común una buena idea es llevarla a más mandos y líderes positivos, impulsando que todos estén enterados de la propuesta. Esta acción ayudará a que se genere una conversación más enriquecedora sobre la idea.
Después llegará el momento de defender la propuesta, para lo cual él debe de estar muy bien preparado, conociendo todas las variables que se pueden generar sobre ella. En específico sostiene que son cinco las preguntas que debe poder responder:
1.- ¿Qué capacidad de crecimiento tiene mi idea?
2.- ¿A qué plazo pueden llegar a cumplirse sus objetivos?
3.- ¿Cuáles son los retos que tendría en su operación?
4.- ¿De qué manera beneficia positiva-mente a las personas y a la familia?
5.- ¿Qué tan cercana o lejana está de otras ideas que ya están utilizándose al interior o exterior de una persona?

Abriendo puertas

El reto para las personas está en trabajar internamente para fortalecer la posibilidad de que las ideas de los líderes vean la luz.
Y es que en la mayoría de los casos el problema no está en que no se creen nuevas ideas, sino en que quedan arrumbadas en los distintos pisos de nuestra conciencia. Esta situación puede incluso afectar a la productividad y motivación de cualquier persona, quienes podrían llegar a pensar que no se les toma en cuenta.
“En muchos casos no necesitamos ni siquiera fortalecer la generación de ideas más creativas, como muchas personas que lo deseen; lo que requerimos es que comiencen reconocerse aquellas que ya están en nuestras manos y que no estamos dejando que exploten”.
Shalom.
Síndrome de Jerusalén: 
Cómo psicoanalizar a un mesías.


CREERSE “EL ELEGIDO“, ACTUAR COMO UN MESÍAS, CREER QUE DIOS COMUNICÓ UNA MISIÓN DIRECTAMENTE, SON ALGUNOS DE LOS COMPORTAMIENTOS QUE EXPERIMENTAN QUIENES DESARROLLAN EL LLAMADO SÍNDROME DE JERUSALÉN, EL CUAL, EN OCASIONES, SE TRATA ÚNICAMENTE CAMBIANDO LA RUTINA DE LA PERSONA. Para los interesados, existe un comportamiento Psicológico el cual todos deberíamos Analizar, si este es tu problema creerme que encontrara solución en nuestros comentarios, muchos por allí en grupos alternos están padeciendo este síndrome identificarlos y aprende a darle el nombre de su enfermedad y como ayudarlos.
La influencia que ejerce la cultura judeocristiana sobre casi cualquier persona en el mundo occidental, incluso sin ser creyente, es notable. George Steiner, hablando de las ideas en las que se cimenta Europa, no duda en equiparar la importancia de Grecia con la de Israel, el venerado pensamiento griego con la a veces olvidada herencia hebraica. Esta, podría pensarse, es mucho más sutil, mucho más internalizada. Tanto, que puede generar un trastorno psicológico conocido como Síndrome de Jerusalén.
Este desorden se caracteriza porque la persona que lo desarrolla se cree súbitamente “el elegido”, un mesías destinado para cumplir una misión redentora. En ocasiones se creen vicarios del Cristo, en otras se creen el Cristo mismo, siempre están convencidos de que Dios mismo les comunicó sus deseos y mandatos.
Los comportamientos que se emprenden a partir de esto pueden ser diversos, desde pararse en una esquina para comenzar a predicar, hasta pasar mucho tiempo orando sin descanso, no bañarse en muchos días o ayunar por periodos prolongados. Las cosas se empiezan a complicar, sin embargo, cuando la misma voz que le confesó ser “el elegido”, impulsa a esta persona a realizar actos que pueden resultar destructivos, que causan sufrimiento a sí mismos y a otros.
El tratamiento que estas personas reciben igualmente es variado: antipsicóticos, tranquilizantes, intentos inútiles de convencerlos de lo contrario a lo que creen con toda su voluntad. En algunos casos basta un mes de tratamiento en un hospital especializado para devolver al paciente a la normalidad mental, en otros una semana es más que suficiente. Se ha documentado que ciertas personas solo requieren volver con sus familias y el trato cotidiano con personas que conocen para sacarlos de su delirio.
Curiosamente en este desorden influye mucho el tipo de espacios donde se mueve el individuo. No por casualidad el trastorno lleva el nombre de una de las capitales religiosas más importantes del mundo: cuando una persona está rodeada de toda una matriz arquitectónica y anímica que remite a cierto misticismo espiritual, la probabilidad de que se transforme la manera en que percibe su realidad, es mayor.

Shalom